Cebos envenenados , es algo que viene de muy lejos y lamentablemente su utilización está muy extendida.
Cebos envenenados, nos preocupan tanto a los profesionales del adiestramiento, como a los particulares propietarios de perros.
Primero de todo debemos saber que el uso de cebos envenenados es habitual en nuestros días. Encontramos casos semanales en todas las comunidades autónomas. La utilización de cebos envenenados, esté tipificada como delito en el artículo 336 del código penal. Pero esto no parece amedrentar a quienes los colocan. Y son frecuentes en parques y zonas recreativas frecuentadas por perros.
Debemos saber también que para poder demostrar la autoría del delito, se deben dar varias circunstancias. Como que varios testigos observen la acción. Y además pongan la denuncia o que agentes de la autoridad, presencien los hechos. Algo solo posible a priori, si existe un dispositivo de vigilancia.
Todos los perros, independientemente de su tamaño, pueden resultar muertos por los efectos de diferentes venenos. Pero que los ejemplares más pequeños, por recibir una mayor concentración en sangre de las toxinas, tendrán menos posibilidades de salir adelante.
Pero en este artículo nos centraremos en el problema de los cebos envenenados desde el punto de vista del comportamiento canino.
¿Por qué funcionan tan bien los cebos envenenados?
Las personas que emplean los cebos envenenados, suelen poner el veneno en salchichas, sardinas en aceite, comida para gatos, en pollo crudo…. . Todos estos alimentos, tienen en común que son de alta palatabilidad. Es decir muy apetitosos y apetecibles para todos nuestros perros. Por lo tanto son un reclamo muy fuerte que por lo general consiguen su propósito.
Debemos añadir a esto, que los cánidos en general y los perros en particular, son oportunistas consumados. Lo que evolutivamente junto con su capacidad adaptativa, les ha hecho progresar en todo tipo de ambientes. Incluyendo los más extremos del planeta.
Este oportunismo, está presente en su carga genética a modo de alarma de supervivencia. Esto quiere decir que cuando un cánido encuentra algo apetecible, aun no teniendo hambre, esta alarma de supervivencia se dispara. ¿Por qué se dispara este instinto? La respuesta viene de que la carga genética conoce el hambre. Conoce también que en el mundo libre, no hay garantías de encontrar alimento diariamente. Esto es algo que conocen bien los Lobos, zorros, coyotes etc. Quienes se enfrentan habitualmente a varios días de hambruna y ocasionalmente a más de una semana sin probar bocado.
Por tanto para el perro que evolutivamente ha conocido esas dificultades, encontrarse algo como los apetitosos cebos envenenados, tiene un reclamo de doble efecto. Por un lado su carga instintiva le apremia a aprovechar la oportunidad y comérselo y por otro lado, ¿a quien le amarga un dulce?
Entonces. ¿Cómo podemos evitar que nuestros perros coman cebos envenenados?
Sólo tenemos 2 métodos posibles:
- Método de privación.
- Método de adiestramiento.
El método de privación, consiste en impedir que el perro pueda comer nada mediante el empleo de un bozal específico para cebos envenenados. Podría servirnos también algún bozal de trabajos de intervención. Estos bozales profesionales, por lo general no se pueden adquirir en tiendas o clínicas veterinarias habituales. Ya que su demanda suele ser muy baja y su uso muy específico. Por lo general se mandan fabricar en cuero de alta resistencia, a la medida de la cabeza y del hocico de nuestro perro. Tienen la particularidad de que si están bien construidos y adaptados, al perro le será muy difícil el poder quitárselo. Pero imposible no será, lo que nos deja un tanto indefensos en un porcentaje muy bajo de casos.
Para poder pasear o dejar a nuestro perro solo en nuestro jardín con el bozal puesto, será preciso positivizar el mismo y enseñar al perro a permanecer cómodo con el bozal debidamente colocado.
El método de adiestramiento, será el que realmente nos interese en general.
Por ser más versátil, por ejemplo si nuestro perro debe guardar nuestro jardín o debe proteger un recinto privado. El empleo del bozal será incompatible con su función.
Antes de seguir, el lector debe saber que mediante un adiestramiento exclusivamente basado en métodos positivos, será imposible garantizar la efectividad del rechazo a los cebos envenenados. Los métodos 100% positivos, están muy bien para lograr muchos objetivos en el mundo del adiestramiento. Pero cuando hablamos de garantizar el rechazo de cualquier alimento, estos sistemas serán completamente insuficientes. Y hay mucho en juego.
Pondremos un ejemplo aplicado a nuestro día a día:
Tenemos un alto índice de accidentes mortales en nuestras carreteras y queremos reducir la velocidad media de los conductores, para que se aproxime lo más posible a los límites legales.
Opción A: Concienciamos a los conductores de vehículos a motor mediante publicidad de que no se deben rebasar nunca los límites legales establecidos en cada situación. Les mostraremos diferentes spots publicitarios en horarios de máxima audiencia.
Este tipo de acciones, está probado que tienen un cierto efecto, sobre el público, pero no son suficientes. Ya que la pregunta que se hace el conductor es: Y si rebaso los límites ¿qué pasa?.
La respuesta sería: No pasa nada, pero no debes de rebasar los límites.
El usuario rápidamente ve que puede hacer lo que quiera, puesto que no habrá consecuencias legales. Dicho de otro modo, el libre albedrío se mantiene.
Opción B: Le decimos a todos los conductores, que su vehículo está conectado vía GPS a la central de la DGT. De modo que un ordenador registra la velocidad a la que va en cada tramo y el límite de velocidad correspondiente del mismo. Se les explica que por rebasar un solo kilómetro por hora el límite establecido, se les retirará el permiso de conducir 3 meses. Además se les aplicará una sanción económica de 3.000€ y se les precintará el vehículo 3 meses.
Con esta drástica opción, todo el mundo iría 5 Km/h por debajo de cualquier límite.
Nota: Es solo un ejemplo, para entender como los perros ven también la posibilidad del libre albedrío. Y los peligros que tiene en este caso concreto de los cebos envenenados. No pretendemos dar ideas a la DGT.
Volviendo al problema. Las primeras referencias que tenemos de trabajos de adiestramiento para evitar que los perros comiesen cebos envenenados, datan de la década de los 40, en Sudáfrica.
Los blancos que se apropiaron de las tierras y esclavizaron a los habitantes de color.
Se encontraban con el problema de que asaltaban sus granjas y envenenaban a sus perros de guarda. Comenzaron años antes a probar todo tipo de sistemas para evitar que los perros comieran cualquier cosa que no fuese su alimento.
Comenzaron trabajando condicionando a los perros a que solo comiesen en su cuenco. Cada uno en el suyo y se trabajó para que rechazasen cualquier alimento. Incluso el que su amo les facilitaba, si no se usaba su cuenco. Este sistema dio buenos resultados. Pero los perros llegan a hacerse tan específicos, que si el cuenco se perdía o se rompía, ni siquiera uno exactamente igual les servía. Y rechazaban el alimento durante días, llegando incluso a enfermar.
Pasaron entonces a mejorar el sistema, condicionando a los perros a solo aceptar comida de 2 ó 3 personas de la familia. Este sistema es el que se sigue utilizando hoy en día en los perros de servicio que vigilan fábricas, grandes terrenos… . Por ser el más versátil y permite que cada empleado o cuidador, pueda ausentarse en su periodo vacacional o por otro motivo. Para los perros que viven en familia, permitimos que cualquier persona de la familia pueda alimentarlos. Y que siempre sea dentro de la casa. De ese modo mantenemos el condicionamiento de rechazo, tanto en el exterior de la casa (jardín), como en los parques, montaña…
Cuando comenzaron a trabajar con ambos condicionamientos, lo hicieron mediante cualquier método aversivo que estuviese a su alcance.
Por supuesto ante la carencia de conocimientos sobre trabajos previos, la lógica les llevó a pensar que el propio alimento debía ser el agente aversivo y así conseguir el rechazo.
Comenzaron con objetos punzantes o cortantes dentro de los cebos de carne cruda. Como alfileres cristales, incluso alambre de espino. Fueron probando unos y otros, pensando que debían dar con el que fuese lo bastante desagradable, para ser efectivo. Pero este tipo de crueles cebos, rápidamente mostró fallos de eficacia. Pues en muchos casos la voracidad de los perros era tal, que se tragaban los cebos sin siquiera masticarlos. Lo que generaba importantes problemas para el perro.
Por eso llegaron al alambre de espino, pensando que si podían enredar la carne y sujetar el cebo. Así los perros no se lo tragarían. Esto tampoco dio los resultados deseados. Ya que los perros con su gran capacidad de aprendizaje, para esquivar obstáculos. Rápidamente fueron capaces de detectar los cebos manipulados. Y en vez de evitarlos, lo que hacían era idear formas de poder comerse la carne sin lastimarse. Como mordisquear los bordes, mover el cebo con el hocico, para separarlo del cable etc.
Los propietarios de los perros, pasaron entonces a cambiar de estrategia y decidieron dejar que el perro se comiese la carne de los cebos. Para intentar que relacionasen esa ingesta con algo muy desagradable como los vómitos. Aplicaron potentes vomitivos a los supuestos cebos envenenados y de nuevo no funcionaron.
Y no lo hicieron por varios motivos.
Primero el vómito, para los perros es al no tan desagradable como para los humanos.
Segundo los efectos del vomitivo, no son lo suficientemente inmediatos, como para que se haga una rápida asociación.
Y tercero, estos productos tienen olores fácilmente identificables por cualquier perro. Por lo que con 3 ó 4 repeticiones, los perros rechazaban solo los cebos con el agente vomitivo.
Por supuesto que la metodología de aplicación de los cebos, contendría muchos fallos. Pero lo realmente interesante es que concluyeron, que el cebo no era el camino para conseguir el objetivo y pasaron a emplear métodos a distancia.
Colocaban trozos de carne cruda de varias especies animales, incluso vísceras, trozos de piel, etc que no contenían trampa alguna, pero que podían ser vigilados desde ventanas. Para poder aplicar a distancia el aversivo, utilizaron carabinas de aire comprimido cargadas con sal y armas de fuego con cargas también de sal. De este modo cuando el perro iba a comerse alguno de los supuestos cebos envenenados, recibía el impacto de la sal. Lo que le provocaba un fuerte escozor.
Este sistema se utilizó durante décadas, con muy buenos resultados.
En combinación con un condicionamiento a recibir su alimentación siempre en el mismo lugar y de la mano de ciertas personas. Pero el sistema no era perfecto y presentaba algunos fallos. Como que era imposible vigilar a los perros en todos los puntos de las grandes granjas sudafricanas. Y los lugares en que no se ensayaba, eran susceptibles de producir fallos en el sistema. Esto se minimizaba en cierto modo por el desconocimiento de los atacantes del adiestramiento de los perros y su metodología de entrenamiento. Ppero aun así se perdieron muchos perros.
Hoy en día contamos con conocimientos amplios en psicología del comportamiento canino.
Así como de todo tipo de herramientas tecnológicas, que nos permiten blindar el método de adiestramiento contra los cebos envenenados, sin por supuesto dañar a los perros en ningún momento. Pero es tal la complejidad de aplicación, que el adiestramiento deben de hacerlo siempre profesionales con mucha experiencia en la aplicación de estos sistemas. Nadie querría prestar a su perro como conejillo de indias para que se practicase cualquier método a este respecto, por el alto riesgo de fallos.
La metodología de adiestramiento es muy importante. Pero también lo es el futuro comportamiento metódico de los propietarios, en la aplicación del sistema entrenado. Se debe tener en cuenta que los perros no son robots, que reciben una programación y la ejecutarán el resto de sus vidas. En realidad cualquier trabajo de adiestramiento se puede arruinar a la larga. Si no se sigue con la metodología del mismo.
En este caso, los propietarios de las tierras Sudafricanas robadas, ya comprobaron que eran necesarias sesiones de recuerdo en el tiempo. Para mantener el rechazo a los cebos envenenados y eso sigue siendo hoy una constante.
La metodología que nosotros empleamos en el adiestramiento contra cebos envenenados, es un híbrido entre métodos positivos y negativos. Primero de todo enseñamos los hábitos y conductas que nos interesan con reforzadores positivos. Así trabajamos los primeros días, siempre a favor del perro, para que el perro relacione ciertos patrones.
Cuando el perro ha comprendido al 100% lo que se espera de él, pasamos a introducir los refuerzos negativos. Decir que por la eficacia de nuestro sistema, los refuerzos negativos se extinguen en muy pocas repeticiones. Ya que el perro comprende el ejercicio desde la primera aplicación del reforzador negativo.
Si está interesado en recibir información sobre este tipo de adiestramiento, no dude en contactar sin compromiso alguno, estaremos encantados de charlar con usted.
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